Pasa el tiempo y no ocurre, no logro aquello por lo cual
decidí que aún debía vivir. Me hundo más en la miseria existencial y siento que
no podré romper la rutina de cargar la roca cuesta arriba para luego verla
rodar hacia abajo. Estoy aquí, pudriéndome delante de todos, y quiero llorar y
gritar pero tan idiota soy que me contengo. Pienso, como si fuese la última
esperanza, que la noche más intensa es aquella que de todo nos libera y deseo
romper el Sol, extinguirlo, que sus llamas no me toquen; que todas las luces
cesen y en la absoluta oscuridad perderme, diluirme y dejar de ser esto que se
retuerce dentro de sí mismo.