lunes, 22 de mayo de 2017

En este mundo

El proemio de El reino de este mundo, obra emblemática de Alejo Carpentier, nos pone de inmediato, de manera más concreta, en contacto con lo que estas palabras, “el reino de este mundo”, de manera nebulosa nos representa en el subconsciente.
Las palabras que se cruzan el Demonio y la Providencia, sacado de la obra escrita para teatro (en ese tiempo aún no se escribía para el cine) La famosa comedia del nuevo mundo descubierto por Cristóbal Colón, de Lope de Vega, anuncian una novela con claras referencias a la ríspida colonización de América, con la venia de “el mariquita mayor de Palestina”1.
Pero en realidad, aquí el cristianismo europeo no llevará la batuta de los acontecimientos, porque se trata de la gesta independentista de los haitianos, y en esto, son los dioses africanos los que mandan: “El dios de los blancos ordena el crimen. Nuestros dioses nos piden venganza”, dicen los negros conspiradores. Aquí se habla de los Grandes Pactos que los negros de Haití, la más próspera colonia francesa, habían sellado con sus dioses de ultramar. Propone Carpentier que la independencia de Haití fue posible por esa cohesión de los negros en torno a sus creencias mágico-religiosas, a los conocimientos suyos ignorados por los blancos y al lenguaje común de los tambores, porque estos desterrados no provenían de un solo pueblo, lo cual queda claramente ilustrado cuando dice: “[…] la noche se llenó de tambores. Llamándose unos a otros, respondieron de montaña a montaña, subiendo de las playas, saliendo de las cavernas, corriendo debajo de los árboles, descendiendo por las quebradas y cauces, tronaban los tambores radás, los tambores bongós, los tambores de Bouckman, los tambores de los Grandes Pactos, los tambores todos del Vodú.” Es esta nueva religión, el “Vudú”, mezcla de religiones africanas y cristianismo europeo, el factor aglutinante. El Vudú (o Vodú, como escribe Carpentier) une las voluntades de los esclavos en torno a un proyecto de nuevo reino africano, un reino de este mundo, el mundo de América, del Caribe, en contraposición con el reino del otro mundo cristiano, y en añoranza a los reinos de aquel otro mundo que es África.
Pero toda rebelión, toda fe requiere de una figura, de un tótem, una leyenda. MacKandal será ese Jesús de Nazareth, espléndidamente viril, bravo y mágico; un líder que recuerda la idea de reyes africanos que eran guerreros, legisladores, sumos sacerdotes y amantes insuperables cuya descendencia heredaba estos rasgos; en contraste, como la misma obra los muestra, con esos reyes europeos de figurín, constreñidos por sus propios funcionarios, incapaces de estar al frente de una batalla luchando con superioridad de líder y guerrero diestro. Su muerte en la hoguera recuerda la muerte del Maestre de los Templarios, Jacques de Molay. Alejo Carpentier, a través de este personaje, nos muestra el proceso por el cual un hombre es deificado. MacKandal, el peculiar mandinga contador de historias, encabeza la primera asonada, se hace cimarrón, asciende a houngan y símbolo de los anhelos de libertad de la negramenta; con sus conocimientos logra forjar una leyenda, y, al final, en vez de un hombre chamuscado en la hoguera lo que ven los negros es un espíritu inmortal capaz de metamorfosearse en lo que le venga en gana. Un Lua.
Para entender esto del Vudú, es necesario despojarse de los prejuicios que desde el cristianismo satanizan todo lo que desborde sus dogmas o signifique contradicción a ellos. El Vudú es “una religión humanista, un conjunto de tradiciones culturales que constituyen el cimiento que une al pueblo haitiano en los momentos de crisis y lo salva de la desesperanza. El vudú procura obtener la invulnerabilidad del creyente por circunstancias de éste con la divinidad superior. De esa forma el creyente tiende a identificarse con la deidad o con los objetos divinizados, para hacerse invulnerable como la misma divinidad. Es una práctica religiosa que no está cerrada a la aparición de nuevos luases (divinidades). El hombre es uno con la naturaleza, es uno con sus dioses, es uno con su entorno, el vudú. Los cultos de vudú son sincréticos desde la época colonial, se mezclaron con los cristianos”, anota el mexicano Iván Renato Zúñiga Carrasco en su ensayo Vudú: una visión integral de la espiritualidad haitiana2. Es esto, en efecto, lo que se deja ver en el relato de Carpentier, en la leyenda de MacKandal.
Mas todo esto para demostrar que ni Papá Legbá ha podido mostrar a Haití el camino para que este reino africano en Las Antillas lograra consolidarse. Ti Noel, el personaje que sirve de hilo conductor, es la representación de todos los pobres de Haití, que pasaron de ser esclavos de los blancos a esclavos de negros como Henry Christophe o Papa Doc, y esclavos de la pobreza, del rechazo. Haití paga con creces su osadía de haber roto las cadenas con que la mantenía atada la metrópoli francesa, de haber desafiado el sistema colonialista europeo.

- - O - -

Ti Noel, como dije antes, es el hilo conductor de la novela en su totalidad; empero hay, aparte de la historia de Ti Noel, con la cual se conectan de manera especial las historias de Lenormand de Mezy, MacKandal y Henry Christophe; o sea la historia de la revolución y posterior independencia de Haití, una historia un poco aparte, paralela, que tiene dos personajes alimentándola: me refiero a la que se cuenta sobre Solimán, un negro que siempre se las arreglaba muy bien para vivir lo más cómodamente posible, como camarero, y Paulina Bonaparte, la hermosabuena catadora de varones”, hermana predilecta del insigne Napoleón Bonaparte. Es, en cierto modo, una historia de amor. Solimán, como todo hombre al que le gustaran las mujeres, admiraba con fervor la belleza de Paulina. La amaba con total sumisión. Pero no es una historia desligada o al margen del contexto en que ocurre todo lo demás. A Solimán lo encontramos, ya separado de Paulina, siendo lacayo de Henri Christophe y defendiendo a la esposa e hijas del primer y único rey negro de América cuando hubo la revuelta que acabó con su tiranía. Posteriormente Solimán viajará con las desterradas a Roma, donde una vez más sus manos, sinestésicas, acariciarán esta vez el recuerdo de Paulina Bonaparte desnuda… en mármol. La impresión que le produce hallarse ante esta Paulina de piedra lo enloquecerá.

- - O - -

Citas:

Con su voz fingidamente cansada para preparar mejor ciertos remates, el mandinga solía referir hechos que habían ocurrido en los grandes reinos de Popo, de Arada, de los Nagós, de los Fulas...”

En el África, el rey era guerrero, cazador, juez y sacerdote; su simiente preciosa engrosa estirpe de héroes. En Francia, en España, en cambio, el rey enviaba sus generales a combatir; era incompetente para dirimir litigios, se hacía regañar por cualquier fraile confesor, y, en cuanto a riñones, no pasaba de engendrar a un príncipe debilucho, incapaz de acabar con un venado sin ayuda de sus monteros”

mula de color burro”

A veces, se hablaba de animales egregios que habían tenido descendencia humana”

Se sabía de mujeres violadas por grandes felinos que habían trocado, en la noche, la palabra por el rugido”

todo mandinga era cosa sabida ocultaba un cimarrón en potencia”

Decir mandinga, era decir díscolo, revoltoso, demonio. Por eso los de ese reino se cotizaban tan mal en los mercados de negros”

Exasperados por el miedo, borrachos de vino por no atreverse ya a probar el agua de los pozos, los colonos azotaban y torturaban a sus esclavos, en busca de una explicación”

Hacía más de dos horas que los parches tronaban a la luz de las antorchas y que las mujeres repetían en compás de hombros su continuo gesto de lava-lava, cuando un estremecimiento hizo temblar por un instante la voz de los cantadores. Detrás del Tambor Madre se había erguido la humana persona de MacKandal. El mandinga MacKandal. MacKandal Hombre. El Manco. El Restituido. El Acontecido. Nadie lo saludó, pero su mirada se encontró con la de todos. Y los tazones de aguardiente comenzaron a correr, de mano en mano, hacia su única mano que debía traer larga sed”

hábil como pocas en artes falatorias”

¡Rompan la imagen del dios de los blancos, que tiene sed de nuestra lágrimas; escuchemos en nosotros mismos la llamada de la libertad”

Perezcan las colonias antes que un principio”

un tambor podía significar, en ciertos casos, algo más que una piel de chivo tensa sobre un tronco ahuecado”

hijas convalecientes de violaciones de negros que no era poco decir

Había que agotar el vino, extenuar la carne, estar de regreso del placer antes de que una catástrofe acabara con una posibilidad de goce”

Al alba lo despertaron de un latigazo”

Peor aún, puesto que había una infinita miseria en lo de verse apaleado por un negro, tan negro como uno”

Entonces, sin nada que pudiese hacer sombra ni pesar sobre él, más arriba de todo, erguido sobre su propia sombra, medía toda la extensión de su poder”

En alguna casa retirada lo sospechaba habría una imagen suya hincada con alfileres colgada de mala manera con un cuchillo encajado en el corazón”

Muy lejos se alzaba, a ratos, un pálpito de tambores que no tocaban, probablemente, en rogativas por su larga vida”

Henry (…), Rey de Haití, Soberano de las Islas de la Tortuga, Gonave y otras adyacentes (…), Primer Monarca Coronado del Nuevo Mundo (...)”

el don que tienen los borrachos de ver cosas terribles con el rabillo del ojo”

Palpó el mármol ansiosamente, con el olfato y la vista metidos en el tacto”

Instalado en su butaca, entreabierta la casaca, bien calado el sombrero de paja y rascándose la barriga desnuda con gesto lento, Ti Noel dictaba órdenes al viento. Pero eran edictos de un gobierno apacible, puesto que ninguna tiranía de blancos ni de negros parecía amenazar su libertad”

Seres con oficio de insectos”

ese inacabable retoñar de cadenas, ese renacer de grillos, esa proliferación de miserias, que los más resignados acababan por aceptar como prueba de la inutilidad de toda rebeldía”

Hecho avispa, se hastió pronto de la monótona geometría de las edificaciones de cera”

Los gansos eran gente de orden, de fundamento y de sistema, cuya existencia era ajena de todo sometimiento de individuos a individuos de la misma especie”

Un cansancio cósmico, de planeta cargado de piedras, caía sobre sus hombros descarnados por tantos golpes, sudores y rebeldías”

había gastado su herencia y, a pesar de haber llegado a la última miseria, dejaba la misma herencia recibida”

Domingo José Bolívar Peralta.
22 de marzo de 2.017
1Sin APA, frase de Alexander Portnoy. Del libro El lamento (o El mal) de Portnoy, del escritor gringo Philip Roth.