Esta depravada mosca
se ha propuesto joder mi ocio
con tan odiosa insistencia...
Reviento en tenaz ataque;
esquiva todos los golpes
con la maestría del boxeador mañoso
portada de la revista.
Creo tenerla al alcance
y suelto toda mi furia
con ganas de arrancarle la miserable vida;
entonces se desvanece
–aún no explica la ciencia
tan misterioso escapismo
irritable hasta lo bufo–.
Cuando pïenso “ya se ha ido”,
aparece ella en mi frente,
tuna humilladora en toda su insignificancia;
pisoteado por seis patas.
El boxeador de la portada atina un gancho
en mi desquiciada testa;
la mosca revolotea
frente a mí, ridículo árbitro
de este insólito combate
donde el degradado vence:
rompo al boxeador con mis dientes.
Y de tan insoportable que es este insecto
me exilio de la cama
maldiciendo: “¡maldita suerte!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario