miércoles, 26 de agosto de 2015

El despertar



Suena el despertador, me abandona el sueño, y, de inmediato, siento ganas de vomitar el cerebro.



Así empieza cada nuevo día.



Entonces de todos lados me asaltan las noticias, y se revuelven en mi taza de café la náusea, la ira, la desesperación, la impotencia.



¡Apresúrate!, apenas empieza la jornada y el tiempo no te alcanza.



Despídete de la cama, la modesta cama donde duermes, sueñas, lees, ves películas, te masturbas y de vez en cuando fornicas. Cómplice perfecta.



“Fuera de Verona no hay mundo, sino purgatorio, infierno y desesperación.” Es cierto: “ancho es el mundo”, y hondo, muy hondo, y longuísimo, y todo él repleto de dolor. Cada mañana este exilio, esta afrenta. Aherrojado salgo de mi reino, impelido por fuerzas demenciales que se introducen en mis nervios y gobiernan sobre mis huesos y músculos, mas no en mi conciencia.



Detrás de la puerta, la absurda catástrofe cotidiana, la más abstrusa pesadilla.



Antes de salir el espejo suelta una carcajada.



En el umbral, recibo del Sol su acerba bofetada.



¡Buenos días, maldita sea!

No hay comentarios: