sábado, 16 de abril de 2016

Acerca de ese dios

Cuando alguien me pregunta “¿crees en Dios?”, obviamente refiriéndose a ese dios único de los monoteístas judíos, cristianos y musulmanes (que es un dios con el mismo origen: “abrahámico”, es la expresión de muchos estudiosos; prefiero la expresión “semita”), yo digo: no sé si existe; pero si ese dios existe, no creo que sea tal cual lo pintan los judíos, cristianos y musulmanes.

Mis razones para manifestarme así son estas:

Se dice, basándome más en las creencias cristianas, que no conozco tanto las otras:

  • Dios es perfecto.
  • Dios fue antes que todo y antes de él nada fue. Sólo él siempre ha sido.
  • Dios creó todo cuanto existe: el universo, nuestro planeta, la vida… Antes había creado a los ángeles, seres superiores a todo lo que es materia (o debería decir materia-energía, que vienen siendo lo mismo, y comprobándose, desde las teorías de la física de Einstein). Los ángeles, por tanto, son superiores a los humanos, más cercanos a Dios.
  • Como Dios es lo único que siempre ha existido, todo emana de él.
  • La perfección de Dios radica en que su ser es todo amor, bondad. De estas dos cualidades se desprenden todas sus virtudes. En Dios no habita ninguna tara, ningún vicio; es intachable.
  • Dios, como ya se ha planteado, es perfecto, y además omnisciente, omnipotente, omnipresente. Esto quiere decir que nada escapa del saber, el poder y la presencia de Dios.
  • Toda la “Creación”, y hago énfasis en “nuestra creación”, obedece a un “Plan Divino”, que se testimonia en los libros sagrados.

Entonces:

  • Dios creó al Diablo, el primer ángel rebelde, la representación del mal en todas sus variantes.
  • ¿De dónde nace el mal (y por ende la rebeldía), si este ángel fue creado directamente por Dios, y en Dios el mal no habita?
  • ¿Acaso el mal nace, como se creía en otros tiempos (y todavía creen algunos) respecto a los gusanos en la carne putrefacta, por generación espontánea, es decir que surgió por sí solo? Si el mal surgió por sí solo, podría decirse que Dios no tiene poder sobre él, pues no procede de Dios, y ha sido capaz de arrebatarle a Dios varios de sus ángeles, y luego desmoronar sus planes en la Tierra para las criaturas vivientes, en especial la criatura humana: el paraíso, literal y figurativamente, perdido.
  • ¿No será que el mal es parte de la naturaleza de Dios? ¿Qué Dios es tan malo como bueno?
  • ¿O puede ser que Dios se sacó esa parte maligna que habitaba en él, vertiéndola en el ángel que hoy se conoce como el Diablo?
  • ¿O será que el mal que habitaba en Dios buscó por sí mismo la forma de salir de él y actuar de manera independiente, siendo que Dios tenía reprimida esta parte de su ser? Luego, si el Diablo, el mal, es capaz de actuar de manera independiente, es que los “omnis” de Dios no son tan “omnis”. (Este punto tiene cierto tufillo psicoanalista que no me agrada).
  • Tengo esta otra pregunta, psiquiátrica: ¿es Dios un esquizofrénico, bipolar? (no bipolar como la gente que dice: “soy bipolar porque hoy no quiero hablar contigo, pero hablaremos mañana”, sino de esos que se destrozan de manera inconsciente o semiinconsciente y brutal, así como lo que habían hecho).
  • Esta otra pregunta que parece un chiste, pero no lo es: ¿es el Diablo un rebelde con causa?

Lo anterior cuestiona la perfección de Dios en tanto que pone en duda que sea todo amor y bondad. Sin embargo, aún se puede pensar que Dios es un ser perfecto: cuando hace el mal o cuando hace el bien, lo hace sin ninguna falla. Pero he aquí donde “la cola tuerce el rabo” (dijo Fulano): los “omnis” de Dios fallan, si Dios es todo amor y bondad y el mal no estaba en sus planes. Ahora, si todo lo que ha sucedido y lo que sucede (y lo que sucederá, ya que estamos en esto) siguen al pie de la letra su libreto, yo pregunto:

·         ¿Qué clase de Dios, con todos los “omnis” y siendo puro amor y bondad, idea y dirige un “Plan Divino” que precisa del dolor, las injusticias, la violencia… ¡que necesita del mal!?
·         En el caso especial de la fe cristiana, ¿qué clase de Dios, con todos los “omnis” y siendo puro amor y bondad, idea y dirige un “Plan Divino” en el que su “hijo amado”, su “primogénito”, su “consustancial” tiene que padecer terribles tormentos, ser carne para que el mal se refocile? Discúlpenme la analogía, pero ese plan parece escrito por un autor que la buena y correcta burguesía y el cristianismo detestan (la aversión, estando él en vida, fue mutua): el Marqués de Sade. Seguro Dios ha podido tomar otro de sus “caminos inescrutables”, menos cruento, y hasta más eficaz, para vencer al mal, si de eso es lo que se trata.
·         O sí, ahora que lo pienso, fue escrito este libreto a cuatro manos, un alimón entre Sade y Max Rodríguez, quien tiene como lema “Para qué tomar el camino rápido y seguro si existe el largo y peligroso.”
·         Porque, en principio, si la “Creación” es suya, netamente suya, y teniendo todos los “omnis” y siendo todo amor y bondad, a ningún otro ser se le puede culpar por los desórdenes y desmanes de estas criaturas angélicas y humanas. Vamos más allá; la “Creación” es un fiasco desde que existen mecanismos naturales a los que ningún corpúsculo de materia-energía puede escapar: la voracidad con la que se alimenta la existencia de unos en detrimento de la existencia de otros. Pues sí, digamos que nada se pierde, que “la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.” Ajá, pero no estoy seguro de que a una estrella le pueda gustar ser absorbida por un agujero negro, como tampoco estoy seguro de que a un ratón le guste ser engullido por un gato, y estoy seguro de que a mí no me gustaría terminar en la nevera de un antropófago como Hannibal Lecter. ¿¡Por qué la vida se alimenta de la muerte, por qué tiene que alimentarse de la muerte!? ¿¡Por qué no simplemente nacer con un tiempo definido sin necesidad de matar para vivir, ser felices y morir satisfechos de haber vivido!?
·         Digo más: ¿acaso los ángeles no son suficiente? ¿¡Para qué más si hay criaturas como los ángeles, superiores al resto de la “Creación” en todos los sentidos?! (Hasta en el mal son superiores al resto de la “Creación”, ya tan mal hecho todo).
·         Todo lo anterior me lleva a concluir que este Dios de los judíos, cristianos y musulmanes, no es perfecto, y todos sus defectos se reflejan en su “Creación”.

Viene la tabla de salvación de Dios: el libre albedrío. ¡Qué va! Un dios cuyas características son: inmaculadamente amoroso y bondadoso (nada de mal, in ma cu la do), omnipotente, omnipresente y omnisciente, bien pudo darles a ángeles y humanos (¡vaya que es un dios al que le gusta discriminar!) su buena porción de libre albedrío, sin que esto implique en ningún momento que ángeles y humanos tengan que verse en la miserable disyuntiva de elegir entre el bien y el mal. Porque el libre albedrío puede practicarse dentro del bien y nada más que el bien. Un ejemplo: Juanito va a salir y se pregunta: “¿Qué me pongo hoy, la camisa blanca con rayas azules, la camisa beige o la camisa fucsia con estampado de girasoles?” Una elección libre, en la que los ángeles, y mucho menos Dios, verían necesidad de intervenir, a menos que detesten la camisa fucsia con estampado de girasoles.

No es que le hayamos dado un mal uso al libre albedrío, sino que lo tenemos en medio de condiciones y cualidades intrínsecas que nos llevan a elegir lo que en determinado momento se dirá que es malo. Paso seguido se le echa la culpa al pobre Diablo, el chivo expiatorio de Dios, y de los humanos.

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