martes, 14 de abril de 2015

No es la Biblia


Llevo un libro bajo el sobaco,
a todas partes voy con él, y
lo llevo bajo el sobaco.
Huele a mí.

Es un libro que conseguí
no sé dónde, por ahí.
Quizá es un regalo de Joaco
o lo compré barato.

Bareto... barato...
Pudo ser un robo, sí;
una confusión del anís
o lo tiró un lector ingrato

y  entonces yo lo recogí.
No lo sé. Lo tengo aquí,
justo metido bajo el sobaco
y de aquí no me lo saco

por temor a que llegue un caco
sigiloso como un gato,
amenazante con su buril,
y me lo quite porque sí.

Llevo andando mucho rato.
¿A dónde tenía que ir?
He “bebido como un cosaco”
y ahora me siento vil

con un libro bajo el sobaco,
sin bareto y sin anís,
enlagunado, en el confín

entre el chirrete y el literato.

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