Manuel Bandeira
(Sousa Bandeira.
El nombre entero
tenía Carneiro.)
Yo me interrogo:
—Manuel Bandeira,
¡qué disparate!
Mira una cosa:
¿Por qué no osas
firmar entonces
Manuel de Sousa?
Así es, nació en
Recife el 19 de abril de 1.886, y fue bautizado Manuel Carneiro de Sousa Bandeira
Filho. Su padre, ingeniero, fue quien lo inició en las lecturas y animó a que
se hiciera escritor (¡padre bendito!), mas deseaba que su hijo fuese
arquitecto. No tengo claro aún si el padre alentó a Manolito a ser escritor a
raíz de sus problemas de salud (desde muy joven tísico), los cuales obligaron
al hijo a abandonar sus estudios de arquitectura, e incluso internarse por un
tiempo en un sanatorio en Suiza, o si desde antes lo quería más que nada
escritor; más viendo en la arquitectura una alternativa para que su hijo pudiera
expresarse como artista y a la vez vivir sin angustias económicas... En todo
caso al hijo le quedó gustando la arquitectura, y se lamentó no haber podido
ser arquitecto.
A Manuel Bandeira se
le adjudica ser la cabeza (el San Juan Bautista, según otro gran poeta de la
época: Mário de Andrade) de un movimiento de vanguardia en la literatura y en
general las artes en Brasil, capullo que empezó a abrir sus pétalos iniciando
la década de 1.920 (muchos críticos señalan con precisión el año 1.922): el
modernismo. El modernismo brasilero pugnó por encontrar en las mismas raíces
brasileras, en la exuberancia natural del país, en los usos y costumbres del
pueblo, sus motivos y valores estéticos. Esto daría como resultado un arte
generoso, auténtico, libre de las imposturas de los artistas que se dedicaron a
calcar modelos foráneos.
Esta poesía
vanguardista de Bandeira es el intento de romper con la forma y el fondo
tradicionales de la poesía. Su propósito fue descubrir la estética y los
valores humanos de su propio país. Bandeira proclamó que el portugués de los
escritores brasileros debe ser el portugués de la gente de Brasil, y así lo
manifestó en su poema Evocación de Recife, que en unos versos dice:
La
vida no me llegaba por los diarios ni por los libros
venía
de la boca del pueblo en la lengua errónea del pueblo
lengua
veraz del pueblo
porque
él es quien habla sabroso el portugués de Brasil
mientras
nosotros
lo
que hacemos
es
macaquear
la
sintaxis lusíada
Con este acercamiento
al habla del pueblo brasilero, no sólo encontró el poeta una forma de romper
con los modelos formales de la poesía de su país hasta entonces, sino que
también encontró un tono irónico y un humor afable que le ayudó a sobrellevar
su vida, porque Bandeira no sólo fue un enfermo de tisis desde muy joven; tuvo
que soportar la muerte de su familia en el transcurso de seis años (1.916 a
1.922), y estrecheces económicas, porque su padre no era tan rico y le dejó
como herencia (¡bendito padre!) una pensión que resultaba escasa. Menos mal Bandeira contó
con “A little help of my friends”, lo que le ayudó a acceder a cargos como
profesor y funcionario en el sector de la educación. Asimismo, la poesía de
Bandeira es catártica, ya que sus experiencias personales son poetizadas con
mucho tino —eso sí— y en él se cumple aquello que dejara sentado por escrito
Jaime Jaramillo Escobar en el libro Método fácil y rápido para ser poeta, Tomo
I: “Cuando el gran poeta dice Yo, arrastra consigo a todos los demás. Cuando el
poeta mediocre dice yo, no hace más que confirmar su nulidad”.
Bandeira es un poeta al
que no le interesan los pedestales, y consecuente, arremete contra el poeta que
fue bajado del suyo por un mundo que lo ha convertido en un objeto decorativo,
y para ganarse las simpatías de ese mundo estandarizante sigue las reglas de
producción del modelo económico y la cómoda hipocresía moral burguesa. Esta
clase de poetas pusilánimes y áulicos se ve reflejada en Poética, poema
aparecido en el libro Libertinagem, de 1.930, que sienta las bases de su obra,
y es considerado fundamental en el ámbito del modernismo en la poesía brasilera:
Poética
Estoy
harto del lirismo comedido
del
lirismo que se porta bien
del
lirismo funcionario público con libro de punto expediente protocolo y
[manifestaciones
de aprecio al señor Director
Estoy
harto del lirismo que se detiene y va a averiguar en el diccionario el cuño
[vernáculo
de algún vocablo
Abajo
los puristas
Todas
las palabras sobre todo los barbarismos universales
Todas
las construcciones sobre todo las sintaxis de excepción
Todos
los ritmos sobre todo los innumerables
Estoy
harto del lirismo enamorador
Político
Raquítico
Sifilítico
De
todo lirismo que capitula a lo que quiera que sea fuera de sí mismo
Por
otra parte no es lirismo
Será
contabilidad tabla de cosenos secretario del amante ejemplar con cien modelos
de
[cartas y las diferentes maneras de agradar
a las mujeres etc.
Antes
quiero el lirismo de los locos
El
lirismo de los borrachos
El
lirismo difícil y pungente de los borrachos
El
lirismo de los clowns de Shakespeare
—No
quiero saber más del lirismo que no es liberación.
Más adelante
reconfirmará, en el libro Belo belo (1.948), su posición con este poema:
Nueva
poética
Voy
a lanzar la teoría del poeta sórdido.
Poeta
sórdido:
Aquél
en cuya poesía está la marca sucia de la vida.
Hay
un sujeto,
sale
un sujeto de casa con la ropa de brin blanco muy bien almidonada, y en la
primera
[esquina pasa un camión, le salpica el
saco o el pantalón con una mancha de
[barro:
es
la vida.
El
poema debe ser como la mancha en el brin:
hacer
que el lector satisfecho de sí se desespere.
Sé
que la poesía es también rocío.
Pero
éste queda para las nenitas, las estrellas alfa, las vírgenes ciento por ciento
y las
[amadas que envejecieron sin maldad.
Al respecto del
poemario Libertinaje, dice Harold Alvarado Tenorio: “El libro oscila entre un
fuerte deseo de libertad vital y artística y la necesidad de hacer íntimas,
cada vez más, las imágenes que retrataran un país (…). Ha sido calificado como
la más representativa contribución al Modernismo.”
Ah, hay que dejar
claro que no es hacer por hacer. Manuel Bandeira no es ingenuo. La libertad de
temas, vocabulario, sintaxis, tropos, métrica, rima, ritmo… no es a la ligera,
porque la verdadera poesía no es mero artificio sin hondura. Mejor dejo que lo
explique el mismo poeta de quien estoy hablando:
“Sin
duda no cuesta nada escribir un trozo de prosa y después distribuirlo en líneas
irregulares, obedeciendo tan solo las pausas del pensamiento. Pero eso nunca
fue verso libre. Si lo fuese, cualquier persona podría poner en verso hasta el
último informe del Ministro de Hacienda. Esa engañosa facilidad es causa de la
superpoblación de poetas que infectan ahora nuestras letras. El modernismo tuvo
eso de catastrófico: trayendo a nuestra lengua el verso libre, dio a todo el
mundo la ilusión de que una serie de líneas desiguales es poema. Resultado: hoy
cualquier subescribiente de municipio con ataque de celos, cualquier niñita
desilusionada del novio, cualquier balzaquiana desubicada en su ambiente
familiar se juzgan habilitados para competir con Joaquín Cardozo o Cecília
Meireles”.
Manuel Carneiro de
Sousa Bandeira Filho, o simplemente Manuel Bandeira, murió en Río de Janeiro el
13 de octubre de 1.968, a los 82 años de edad,
lo cual es mucho si tenemos en cuenta que la tuberculosis le sobrevino a los 18
años. Como ya había dicho antes, madre, padre y hermana fallecieron entre los
años 1.916 a 1.922; no es extraño, luego, que asuma la muerte de una manera muy
personal y sea motivo frecuente en sus poemas. Él mismo consideró que su vida,
de por sí, era un milagro, pero a la muerte le concedió el trono de la paz
absoluta, algo así como la más cierta de todas las libertades. En 1.965
escribió:
Antología
La
vida
no
vale la pena y el dolor de ser vivida.
Los
cuerpos se entienden pero las almas no.
Lo
único que queda por hacer es tocar un tango argentino.
¡Ya
me voy para Pasárgada!
Aquí
yo no soy feliz.
Quiero
olvidarlo todo:
—El
dolor de ser hombre…
Este
anhelo infinito y vano
de
poseer lo que me posee.
Quiero
descansar
humildemente
pensando en la vida y en las mujeres que amé…
En
la vida entera que podía haber sido y que no fue.
Quiero
descansar.
Morir.
Morir
de cuerpo y alma.
Completamente.
(Todas
las mañanas el aeropuerto de enfrente me da lecciones de partir.)
Cuando
la Indeseada de las gentes llegue
encontrará
labrado el campo, la casa limpia,
la
mesa puesta,
con
cada cosa en su lugar.
Otro
poema suyo dice:
Preparación
para la muerte
La
vida es un milagro.
Cada
flor,
con
su forma, su color, su aroma,
cada
flor es un milagro.
Cada
pájaro,
con
su plumaje, su vuelo, su canto,
cada
pájaro es un milagro.
El
espacio, infinito,
el
espacio es un milagro.
El
tiempo, infinito,
el
tiempo es un milagro.
La
memoria es un milagro.
La
conciencia es un milagro.
Todo
es milagro.
Todo,
menos la muerte.
—Bendita
la muerte, que es el fin de todos los milagros.
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