miércoles, 4 de marzo de 2015

¿Te acordarás siempre de que existo y de que he estado a tu lado?



 Busqué el próximo capítulo, pero no hubo más. No recordaba que no había número 12, ni siquiera me acordé de que este era el 11. Acercándome a la medianoche, seguía tendido en la cama, pensando en los personajes que se suicidaron y en ese último nombre. ¿Qué pasará con ella? Reiko le dice que trate de ser feliz con Midori. ¿Fue capaz? Watanabe es un imán de personas ‘diferentes’, y con todas, al final, hay un factor común: están “unidos en la frontera entre la vida y la muerte.”

Estaba leyendo Tokio Blues (Norwegian wood) de manera equivocada: tratando de hacerlo como un crítico. No lo disfrutaba sino hasta ya entrado el segundo capítulo, cuando me dejé caer en la historia. El mismo Murakami lo dice, en la página 180, a través de Reiko: “todos nosotros somos seres imperfectos que vivimos en un mundo imperfecto. Y no debemos vivir de una manera tan rígida, midiendo la longitud con una regla y los ángulos con un transportador.” Y leyendo así, sin la severidad de un catón, de todas maneras encontré lo que a mi parecer son falencias. Sin embargo, estas fallas no son rocas inmensas que obstruyan el paso, sino guijarros que bien pueden retirarse para continuar adelante; es más, varios de esos guijarros los percibí como si fuesen dejados allí por la traductora, Lourdes Porta.

Hay algo especial que quiero destacar de esta obra, y es que el narrador cuenta todo teniendo ya una edad ‘madura’; sin embargo, Murakami se las ingenia para que cuente una historia de adolescentes, el paso de los ‘dieci’ a los ‘veinti’, sin ese tono cursi que se encuentra en muchas obras que tratan sobre estas edades. Esto me lleva a pensar que es una buena novela para hacer que los adolescentes se interesen por una literatura de mejor calidad, en franca lucha contra esos novelones de pacotilla como la de un tal Grey, de cuyas 50 sombras Sade, con desdén, diría que son los mismos amarillentos residuos que él deja en su papel higiénico.

En Tokio Blues encuentro binomios temáticos: vida – muerte, amor – amistad, seguridad – incertidumbre, normalidad – anormalidad. En los años que se viven entre la adolescencia y los primeros de lo que se llama ‘vida adulta’, estos temas cobran, aun sin saberlo, en las personas tal importancia que son definitorios de lo que en adelante será su vida. Cuando la confusión y la desesperanza, en esta etapa, ganan la partida, sucede lo que encontramos en la historia: varios suicidios e intentos de suicidio. Hasta la extraña desaparición de Tropa-de-Asalto me hace pensar que este chico pulcro y solitario también decidió decir adiós mundo cruel.

Smerdiakov



Smerdiakov. Este personaje me intriga y trataré de explicar por qué, brevemente. Ya vimos todo lo que se habló de él en el juicio, los razonamientos del fiscal y la defensa acerca de su personalidad y proceder. Va mi versión de su personalidad (o alma, o espíritu, si así lo prefieren):
         Smerdiakov vivió siempre resentido, y tenía poderosos motivos para ello, y en esto ya coincidía con el defensor de Mitia desde mucho antes de leer sus alegatos. Hijo de una pobre tarada que vagaba por las calles y dormía en cualquier parte, y que fue violada una noche, lo más probable por Fiodor Pavlovitch, en el mismo jardín donde nació Smerdiakov, el jardín de la casa Karamazov. Su madre muere durante el parto y Smerdiakov queda, en casa de su muy probable padre, al cuidado de los criados de éste, en la vivienda destinada para ellos. Crece y vive como sirviente en casa de Fiodor Karamazov, quien, por aptitudes y actitudes que demuestra Smerdiakov, y tal vez también por reconocer, pero sólo para sí mismo, sin llegar a decirlo ni insinuarlo nunca a nadie, que Smerdiakov es hijo suyo, le llega a tomar confianza e incluso lo envía a Moscú a estudiar para cocinero, claro, como es de suponer el Fiodor, sin dar sino apenas lo necesario o un poco menos a su futuro cocinero. ¿Qué pasa por la cabeza de Smerdiakov cuando su muy probable padre lo envía a estudiar cocina a la capital del país? Creo yo que se convence de que es hijo de Fiodor, pero ya sabe cómo es Fiodor con sus hijos: Grigori, el sirviente que lo ha criado, también tuvo bajo su cuidado por mucho tiempo a Mitia, el hijo legítimo mayor de Fiodor Pavlovitch. Empieza el odio hacia este viejo que ciertamente es detestable.
         Smerdiakov no tiene ni una pizca de tarado, como lo fue su madre, ¡todo lo contrario, es muy inteligente, tanto o más que su (y ya asumamos que sí es un Karamazov bastardo) hermano Iván. Es muy inteligente, pero está lleno de odio y resentimiento, y no tomaré como otro factor que explique su forma de ser el ateísmo, ya que no convengo con  el narrador personaje ni con el mismísimo señor Dostoievski en este ítem, ya para no extenderme mucho en esto sólo diré que yo afirmo que no tener fe en ningún dios no necesariamente implica carecer de ética, de diferenciar lo que está bien de lo que está mal, porque esto se puede tener, pero afirmado en otras bases que no tienen nada que ver resurrección, Cielo e Infierno. Smerdiakov no sólo siente odio contra Fiodor Pavlovitch por haber lanzado su semen al interior de su madre, que también detesta por lo que era, y de esta manera haber nacido, y además nunca reconocerlo como hijo suyo y mantenerlo como un sirviente, al cual se insulta y menosprecia a cada rato; siente también odio contra sus hermanos, porque éstos no lo miran como a un igual, como a un hermano, y en esto culpo hasta al mismo héroe del personaje narrador, al muy simpático y pío Aliocha. Iván y Mitia lo tratan como a un gusano, y de Aliocha no vemos un gesto indiferente al que tiene con cualquier otra persona, tal como sí lo hace con Iván y Mitia; Aliocha no demuestra un cariño de hermano a Smerdiakov, es más, hay cierto recelo de su parte.
         Smerdiakov se forjó intelectualmente a pulso, de manera autodidacta más que todo. Grigori le enseñó a leer y escribir y lo demás corrió por su cuenta. Iba a la biblioteca de Fiodor y leía algunos de sus libros. Su inteligencia pronto lo llevó a cuestionar muchas cosas, sobre todo temas de carácter teológico, y no podía ser de otro modo, dadas sus circunstancias. Se encontró con el nihilismo, y el nihilismo, unido a su odio, a su desprecio por los demás porque se vio a sí mismo como un hombre superior por su inteligencia, pero condenado a ser un miserable sirviente, lo llevó a concebir su gran plan de venganza en contra de su familia.
         ¡Claro que se instruyó por su cuenta! ¡Sabía tocar guitarra y cantar canciones a una muchacha que se interesó en él! Smerdiakov no amaba a esa muchacha, no amaba ni estimaba a nadie, ni a Grigori y Marta, que lo habían criado. Los odiaba a todos porque en el fondo se odiaba a sí mismo. Odiaba a la Madre Rusia en la que había nacido, al dios de los rusos porque permitió que tuviera esa existencia vil y a todos los rusos que lo habían encasillado en el lugar de sirviente sin reparar en su origen noble como hijo de Fiodor Karamazov.
         Deseaba largarse de la miserable ciudad en que vivía, abrir un negocio propio, ¡irse de Rusia hacia tierras en donde su forma de pensar e inteligencia encontraran semejantes! Necesitaba dinero y concibió el plan de matar al padre logrando que su hermano mayor, Mitia, apareciese como culpable del asesinato y enloqueciendo a su rival en cuanto a inteligencia: su hermano Iván. Aliocha caería, por su pasión de Karamazov, de su pureza religiosa hacia una vida vil luego de perder su fe (esto es lo que infiero yo, pues contra Aliocha no hay nada en este plan que directamente vaya destinado a destruirlo). Sin embargo, cuando el parricidio se hubo consumado, Smerdiakov, más nihilista que nunca, dejó atrás su idea de establecerse en otra parte y es por esto que, para torturar más a Iván, le da el dinero que había robado para tal fin, burlándose de éste. Su único objetivo ahora es destrozar a toda su familia, los Karamazov, los que siempre lo menospreciaron. Su enfermedad, que inesperadamente se ha recrudecido, lo ha llevado a este cambio de planes. ¿Por qué la epilepsia se ha mostrado peor que en otras ocasiones? No, sin duda, por cargos de conciencia, por remordimientos. Smerdiakov ha tenido que hacer esfuerzos mentales y físicos que lo han agotado (recordemos que físicamente es endeble), y esto le ha hecho pensar en si valía la pena seguir viviendo. ¿Por qué no disfrutar de este triunfo en su totalidad, evitar futuras angustias, futuros dolores? ¡Marcharse de esta vida victorioso! Ha matado al padre, Dmitri será condenado sin duda e Iván enloquecerá; sólo faltaría ver la caída de Aliocha del altar, pero eso se toma un tiempo mucho mayor y algo enojoso podría suceder. Que baste con saber que Aliocha queda manchado por ser un Karamazov. Smerdiakov se suicida, y ha ganado.

                                                         Domingo José Bolívar Peralta

Un libro que ha podido tener otro nombre



Uno podría terminar con algo de inconformidad al terminar de leer Putas asesinas, ya que el título sugiere una colección de relatos en donde su fundamento es el tema de la prostitución, el cual se envuelve en una atmósfera densamente oscura. Y sí, hay prostitución en unos cuantos, y, para mí, todas sus historias tienen un color gris que varía en intensidad hasta llegar a negro, no en todas, en ciertos pasajes. Pero no es eso, este libro de Roberto Bolaño podría considerarse en buena parte una insinuación autobiográfica, ya que los primeros cinco relatos (El ojo Silva, Gómez Palacio, Últimos atardeceres en la tierra, Días de 1978 y Atardeceres en Francia y Bélgica), los últimos dos títulos (Carnet de baile y Encuentro con Enrique Lihn) e incluso el titulado Dentista, si bien tienen, al parecer, diferentes grados de ficción, hacen un repaso de la vida de un escritor chileno exiliado, incluyendo parte de su juventud en Chile durante la época triste del golpe de estado a Salvador Allende. En Encuentro con Enrique Lihn Bolaño usa su propio nombre para identificar al personaje principal mientras que en los otros lo identifica como ‘B’ o no lo hace.

En Carnet de baile también se puede identificar con total certeza al personaje con el autor. Carnet de baile no es en toda regla un cuento. Hasta hace recordar a la Biblia por la numeración que usa mientras va contando a machetazos parte de su historia.

Bolaño no usa comillas ni guiones para indicar los diálogos (no más en Putas asesinas, el cuento que da su nombre al libro), sólo introduce algunas palabras para indicar quién habla. Me llama la atención que hay relatos en que el narrador muchas veces tiene una opinión sobre algo, que no concuerda con la del personaje de quien habla. Muchas veces las consideraciones que presenta Bolaño a través de personajes (narración en primera persona, en tercera persona, a través del narrador omnisciente o de otro personaje), tienen el carácter de vaguedad, de inseguridad en lo que se dice, lo cual despoja a la narración, y en especial al narrador omnisciente, del aura de quien lo sabe todo sobre lo que está contando. Nos presenta una situación y dice algo que se podría colegir de ella, de los personajes, mas de inmediato dice que no es así y da una razón o explicación diferente.

Noto en Putas asesinas (todo el libro) que Bolaño, a menos que esta edición que tengo sea una adaptación de los editores españoles para el mercado ibérico, usa las formas de expresión de la literatura y el habla de España: escribe vídeo en vez de video, como lo hacemos en Latinoamérica; escribe debió de reírse en vez de debió reírse que es como se usa en Latinoamérica.

Domingo José Bolívar Peralta.



El peso de la vida sin otra vida más que la misma vida que se repite para siempre

“(...) la idea del eterno retorno significa cierta perspectiva desde la cual las cosas aparecen de un modo distinto a como las conocemos: aparecen sin la circunstancia atenuante de su fugacidad.” Es la exégesis que Milan Kundera hace del “mito demencial” de Fredrich Nietzsche. Complementa su interpretación con lo siguiente: “(...) la profunda perversión moral que va unida a un mundo basado esencialmente en la inexistencia del retorno, porque en ese mundo todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido.” Remata después su pensamiento diciendo: “Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ese es el motivo por el cual Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada (das schwerste Gewicht).”

Sostiene Kundera que gracias a esa idea del eterno retorno, Nietzsche ata al ser humano a la vida terrenal (la única vida), arrebatándoselo al Cielo. Desde este punto de vista se me antoja que el hombre, condenado a repetirse eternamente, aceptaría su vida con todo el peso que debe cargar, su responsabilidad por cada uno de sus actos, no con total agrado y conformismo sino todo lo contrario, siempre estaría cuestionándose sobre el papel que deberá representar una y otra vez en la misma obra teatral, prestaría más atención a sus gestos como quien se mira en un espejo. Esta actitud no tendría que ver con la obtención de un indulto o un castigo por parte de un dios ultraterreno, más bien estaría determinada por la inquietante certeza de que lo que haga se repetirá una y otra vez. Este actor tendería a que su actuación fuese lo más agradable posible para sí mismo y de acuerdo al escenario en que se debe desenvolver, que es la vida, la única vida que se repetirá por siempre. Este asunto de la actitud va asociado a la voluntad de poder, que es la voluntad de vivir, pero la voluntad de vivir no significa simplemente soportar la vida (el peso) sino conquistar la vida para nuestro beneficio. El hombre que se niega a ser siervo, a la esclavitud de la moral predominante, para convertirse en amo de sí mismo e imponerse a las adversidades luchando contra él mismo y contra todo lo que lo contraríe.

“Friedrich Nietzsche fundamentó su ética en lo que él creía el instinto humano más básico, la voluntad de poder. Nietzsche criticó el cristianismo y los sistemas morales de otros filósofos como "morales esclavas" porque, en su opinión, encadenaban a todos los miembros de la sociedad con normas universales de ética. Nietzsche ofreció una “moral maestra” que apreciaba la influencia creativa de individuos poderosos que trascienden las normas comunes de la sociedad.” (Enciclopedia Encarta The New York Public Library. Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008 Microsoft Corporation.).

Los cuatro personajes principales de La insoportable levedad del ser tienen esa voluntad de poder, viven en constante lucha consigo mismos y con los factores externos a ellos que les son inmediatos, intentan dominar y dominarse aferrándose a un ideal de la vida que se desean en el aquí y ahora.

Dice el escritor checo lo siguiente: “El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas futuras.”, también dice: “El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación.” Luego hace esta pregunta a la que él mismo responde: “¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?, y agrega: “la vida parece un boceto. Pero ni siquiera boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro.”

Es precisamente esa incertidumbre la que impulsa al hombre que lleva sobre sí el peso inquietante de la idea del eterno retorno a vigilarse y a estar atento a su entorno. No puede dejarse vencer, debe imponer su voluntad de poder, de vivir plenamente. Es por eso que el hombre no decide suicidarse sino luchar. No por una recompensa celestial sino por él mismo. El hombre que atiende con recelo la idea del eterno retorno teme que eternamente tenga que volver a vivir como un esclavo, a vivir una vida de mierda que no vale la pena vivirla; entonces lucha, se propone justificar su existencia, darle algún sentido.

Este hombre sabe que no lo puede controlar todo, sabe que hay una fuerza superior a él, una fuerza que bien puede ser aliada o enemiga. Cuando esta fuerza actúa a su favor, no se debe desaprovechar la oportunidad; cuando le pone piedras en el camino sólo se puede hacer tres cosas: tropezar y dejar la piedra atrás, apartar la piedra del camino por si acaso va a tener que volver a pasar por él y de pronto se le olvida que ahí está la piedra o tomar la piedra y con ella más adelante descalabrar a alguien que le quiera hacer daño. Arrojar la piedra al cielo con ánimo de herir al dios por ponerla en su camino no le servirá de nada, aparte de que ésta puede caer sobre su propia cabeza. La razón más creíble por la cual tendríamos que volver a vivir la misma vida siempre sin nunca poder recordar nada de ella, es el azar. No se puede concebir la vida sabiendo todo de antemano. Lo cotidiano, lo rutinario, es conocido y por tanto tenemos la sensación de cosa dominada; necesitamos algo nuevo para domesticar, y eso lo presenta el azar, la casualidad. Lo azaroso apasiona porque nos atemoriza, y tenemos la necesidad de miedo para reafirmar que estamos vivos y que salga a flote esa cualidad primaria que es la voluntad de poder. Hay una máxima que dice: “quien no conoce la historia está condenado a repetirla.” La incertidumbre, el error y la experiencia vienen a ser sinónimos de aquello que nos enseñaron en la escuela: nacer, crecer y reproducir, salvo que en esta analogía reproducir no significa multiplicarse sino repetir.

Entre los recursos técnicos que utiliza el autor para desarrollar su historia me llama mucho la atención el manejo del tiempo, el lugar y la acción. Nos deja en un lugar y un momento dentro de unas condiciones específicas, deja eso para contar de otros lugares y momentos, y luego nos lleva al mismo lugar que habíamos dejado, pero ya cambiado, dando un salto en el tiempo. Los técnicos en programación de computadores cuando necesitan que se cumplan más de una vez ciertas tareas en alguna aplicación que estén desarrollando, incluyen en sus algoritmos estructuras que llaman bucles. Milan Kundera usa bucles para su novela. Gracias a los bucles el programa le pregunta al usuario si quiere volver a hacer algo, en este caso la novela le pregunta a Kundera si quiere volver a una escena, Como los bucles pueden ofrecer opciones para que la misma tarea no se ejecute del mismo modo, Kundera vuelve a la escena no para decir lo mismo sino para explicar algo, decir algo más o adelantar un poco lo que va a suceder en otro tiempo y lugar. La novela en su estructura recuerda el eterno retorno.

Terminaré con esta última idea, ya que me estoy alargando mucho: “En el trasfondo de toda fe, religiosa o política, está el primer capítulo del Génesis, del que se desprende que el mundo fue creado correctamente, que el ser es bueno y que, por lo tanto, es correcto multiplicarse. A esta fe la denominamos acuerdo categórico con el ser.” Al respecto pienso que ya sea algún dios creador o la Madre Naturaleza, quien sea que le haya dado al mundo sus características que conocemos en cuanto a la vida y a la muerte, se ha equivocado. Este mundo no es perfecto, no puede serlo, en principio, si para vivir hay que matar. Quizás los únicos seres vivos perfectos sean los autótrofos y la cosa más imperfecta sea la conciencia humana.

Domingo José Bolívar Peralta. 22 de diciembre del año 2.014 d.C. del calendario Gregoriano. Para el Clan de Lectura Crítica de la Biblioteca Piloto del Caribe (Barranquilla)


miércoles, 24 de julio de 2013

Entrada

No hay mucho en este blog, y lo poco que hay no ha sido revisado ni nada. Quizás me dedique algún día a darle vida a este espacio.

Vida


Pasa el tiempo y no ocurre, no logro aquello por lo cual decidí que aún debía vivir. Me hundo más en la miseria existencial y siento que no podré romper la rutina de cargar la roca cuesta arriba para luego verla rodar hacia abajo. Estoy aquí, pudriéndome delante de todos, y quiero llorar y gritar pero tan idiota soy que me contengo. Pienso, como si fuese la última esperanza, que la noche más intensa es aquella que de todo nos libera y deseo romper el Sol, extinguirlo, que sus llamas no me toquen; que todas las luces cesen y en la absoluta oscuridad perderme, diluirme y dejar de ser esto que se retuerce dentro de sí mismo.

martes, 16 de abril de 2013

Radio UdG Colotlán: La Barra de los 30 Minutos

Radio UdG Colotlán: La Barra de los 30 Minutos

Este es un programa que se transmmite de lunes a viernes de 11:30 a.m. a 12:00 m., en el cual se tocan diversos temas de interés general, de una manera amena y precisa, con la conducción de Hilda Becerra Raigoza, quien además cuenta con una preciosa voz.