Uno podría
terminar con algo de inconformidad al terminar de leer Putas asesinas, ya que
el título sugiere una colección de relatos en donde su fundamento es el tema de
la prostitución, el cual se envuelve en una atmósfera densamente oscura. Y sí, hay
prostitución en unos cuantos, y, para mí, todas sus historias tienen un color
gris que varía en intensidad hasta llegar a negro, no en todas, en ciertos
pasajes. Pero no es eso, este libro de Roberto Bolaño podría considerarse en
buena parte una insinuación autobiográfica, ya que los primeros cinco relatos
(El ojo Silva, Gómez Palacio, Últimos atardeceres en la tierra, Días de 1978 y
Atardeceres en Francia y Bélgica), los últimos dos títulos (Carnet de baile y
Encuentro con Enrique Lihn) e incluso el titulado Dentista, si bien tienen, al
parecer, diferentes grados de ficción, hacen un repaso de la vida de un
escritor chileno exiliado, incluyendo parte de su juventud en Chile durante la
época triste del golpe de estado a Salvador Allende. En Encuentro con Enrique
Lihn Bolaño usa su propio nombre para identificar al personaje principal
mientras que en los otros lo identifica como ‘B’ o no lo hace.
En Carnet de
baile también se puede identificar con total certeza al personaje con el autor.
Carnet de baile no es en toda regla un cuento. Hasta hace recordar a la Biblia
por la numeración que usa mientras va contando a machetazos parte de su
historia.
Bolaño
no usa comillas ni guiones para indicar los diálogos (no más en Putas asesinas,
el cuento que da su nombre al libro), sólo introduce algunas palabras para
indicar quién habla. Me llama la atención que hay relatos en que el narrador muchas
veces tiene una opinión sobre algo, que no concuerda con la del personaje de
quien habla. Muchas veces las consideraciones que presenta Bolaño a través de
personajes (narración en primera persona, en tercera persona, a través del
narrador omnisciente o de otro personaje), tienen el carácter de vaguedad, de
inseguridad en lo que se dice, lo cual despoja a la narración, y en especial al
narrador omnisciente, del aura de quien lo sabe todo sobre lo que está
contando. Nos presenta una situación y dice algo que se podría colegir de ella,
de los personajes, mas de inmediato dice que no es así y da una razón o
explicación diferente.
Noto
en Putas asesinas (todo el libro) que Bolaño, a menos que esta edición que
tengo sea una adaptación de los editores españoles para el mercado ibérico, usa
las formas de expresión de la literatura y el habla de España: escribe vídeo en
vez de video, como lo hacemos en Latinoamérica; escribe debió de reírse en vez
de debió reírse que es como se usa en Latinoamérica.
Domingo
José Bolívar Peralta.
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