¿Qué diría Nietzsche? Se abordan
distintas teorías - científicas, religiosas, filosóficas - sobre lo que es la
realidad nuestra como seres vivos conscientes de su existencia, de la finitud o
infinitud de nuestra existencia y, en últimas, lo que llamamos realidad. Quizá
diría Nietzsche que se trata de la obra de un debilucho que se apoya en la
verborrea de dementes esquizofrénicos. Nietzsche está muerto, y no hay manera
de saberlo (¿o sí la hay?).
Trajo esta película animada viejas
carpetas empolvadas y las sacudió y abrió frente a mí: “La vida es sueño, y los
sueños sueños son”, palabras consignadas por el grandioso Calderón de la Barca
en La Vida es Sueño. El postulado hermetista que reza acerca de nuestra
existencia que sólo es un pensamiento, un sueño del “Gran Hacedor”; no somos
reales sino en el pensamiento o sueño de esa mente universal – pero a su vez
nosotros, los soñados, soñamos y nuestros sueños son reales mientras los
soñamos –. La realidad virtual de
Matrix, una sola para todas las mentes engañadas, inmersas en un mundo falso;
el medio es condicionado por agentes externos a nosotros y sólo podemos elegir
entre ciertas opciones impuestas para cada caso concreto de lo que sería
nuestra vida virtual, mientras el cuerpo está dormido. La reciente conversación
en el taller literario, donde se comparó o semejó la condición de estar dormido
con la de estar muerto; al estar dormidos parecemos estar muertos, para el
“mundo real” fuera del sueño; si soñamos estamos viviendo una realidad
diferente, la realidad que se crea al soñar; al estar el cuerpo echado, sin
realizar ninguna actividad que conlleve movimientos físicos más allá de los
mínimos producidos por la respiración o reflejos musculares, que a los ojos del
“mundo real” de aquellos que ven al dormido no representan mayor cosa; quien
está dormido no hace mucho, está como un muerto, tirado… eso en relación al
cuerpo, pero en su mente, la cual no verían los ojos de aquellos que ven desde
el “mundo real” exterior, en su sueño ese muerto tendría tanta actividad, tan
diversa y simultánea, imposible para su “cuerpo real” fuera del sueño, que yace
mientras sueña.
El personaje principal de esta película
se agarra bien fuerte de la manija de la puerta de un automóvil para no
ascender de repente como un globo, esto no mucho después de iniciada la
película; luego, ya caso al final, suelta la manija, se deja ir. Quizá el sueño
es su vida, la vida, y la muerte sea su verdadero, el verdadero despertar. La
película, el sueño con despertares falsos, transcurre antes de que el cerebro
cese toda actividad; el sueño con despertares falsos transcurre durante todo el
tiempo que llamamos vida y luego despertamos ¿a qué? Antes de dejarse ir, están
las explicaciones, las teorías, como si el joven indagara subconscientemente
dentro de sí todo aquello que de una u otra forma le ha llegado, con el objeto
de hallar el significado último, esencial de la existencia, de la realidad,
aferrándose al sueño, y luego de tantas y tan diversas teorías y explicaciones,
con más dudas que certezas, opta por ir al terreno desconocido en donde podría
hallarse la verdad absoluta.
Los humanos, curiosos por naturaleza y
con nuestra capacidad discursiva, de pensar, nos hemos planteado estos
interrogantes de qué es la realidad, qué es real, qué es la vida – y la muerte
–, qué es la existencia, desde los albores de nuestra especie, y por ello,
gracias a nuestra creatividad y la observación de la “realidad”, hemos
propuesto – y nos creemos – muchísimas respuestas … pero… hay que reconocer,
como Sócrates, que nada sabemos.
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